Para ser un chilango de verdad, debes ver esto en la CDMX
Las calles del Centro Histórico de la ciudad están llenas de edificios, museos, tiendas y mucha gente. Sin embargo, aún esconden varios tesoros que esperan para ser (re)descubiertos por los curiosos, al pie de una banqueta, en los sótanos de un magnífico centro cultural o en el techo de un famoso restaurante bar. Aquí cuatro “joyas” arqueo-históricas que no pueden dejar de buscar y explorar en diferentes rincones del Centro de CDMX:
Restos prehispánicos en el Centro Cultural de España
Detrás de la Catedral Metropolitana se ubica este espacio dedicado a difundir el arte y la cultura a través de talleres, ciclos de conferencias y proyecciones de cortometrajes y largometrajes.
Aquí, en los sótanos de un elegante edificio del siglo XVI, salvado de la ruina en 2002 -y recientemente restaurado-, se pueden explorar las ruinas de lo que parece ser el Calmecac, la escuela en la que eran educados los jóvenes y futuros guerreros mexicas. ¿Imaginan las historias que debieron haberse escrito en este lugar oculto durante muchos años pero ahora liberado y habilitado –junto con su Museo de Sitio- para el disfrute bajo las calles de Guatemala y Donceles en el Centro Histórico de CDMX?
Tumba de Hernán Cortés
En la esquina que hacen las calles de José María Pino Suárez y República de El Salvador, se levanta el famoso Templo y Hospital de Jesús, uno de los más antiguos de la capital, mandado construir por el mismísimo conquistador Hernán Cortés. ¿Quién iba a pensar que ahí, a pocos metros del lugar donde el capitán español se había entrevistado por primera vez con Moctezuma en 1519, descansarían los restos del conquistador de Tenochtitlan? Durante varios años, los restos del capitán europeo “descansaron” en un pequeño nicho en la parte superior izquierda del presbiterio de este conjunto. Una enorme, pero poco conocida placa colocada justo en ese espacio, da fe de que el cuerpo de Cortés estuvo ahí depositado hasta que en los siglos XIX y XX fue reclamado en el viejo mundo desconociéndose hasta ahora su paradero. ¿Se lo hubieran imaginado?
“Balazo” de Villa en el Bar La Ópera
A finales de 1914, durante de la Revolución Mexicana, los ejércitos de Pancho Villa y Emiliano Zapata entraron a la Ciudad de México buscando acuerdos entre sus dos jefes máximos. De aquella época llegan hasta nuestros días diversas anécdotas. Una de ellas refiere que, un día, el famoso “Centauro del Norte” entró a un célebre bar ubicado en la calle de 5 de Mayo “echando bala”, impactando uno de sus proyectiles contra el techo del establecimiento.
Este balazo aún se observa si visitan el restaurante La Ópera y levantan un poco la mirada. Si no lo encuentran, pregunten a los meseros del lugar –que aún conserva muebles y decoración de principios del siglo XX- cuál es el punto exacto donde Doroteo Arango dejó su recuerdito.
Murales de Diego Rivera en la SEP
La obra de Diego Rivera puede admirarse en diferentes rincones de la Ciudad de México. No obstante, uno de sus trabajos menos visitados, quizá por lo “escondido” que se encuentra el inmueble donde se resguarda, a unas cuantas cuadras del Zócalo, es aquel que hizo en los muros de la Secretaría de Educación Pública. En él, Rivera recrea la importancia de la educación y la figura del maestro como verdaderos ejes para la transformación de México. Salgan de la ruta habitual de cualquier caminante del Centro Histórico y aventúrense a llegar a la calle de República de Argentina en donde, en un horario de oficina (de 10:00 am a 2:00 pm, de lunes a viernes), podrán contemplar esta maravilla que también el maestro oriundo de Guanajuato legó para los mexicanos y el mundo.