Conoce las leyendas de Xalapa con “Los fantasmas de los berros”
Hoy en historias y leyendas de México y el mundo nos vamos hasta Xalapa, la capital de Veracruz con este relato de terror del siglo XIX, donde las mañas del diablo poseyeron a un hombre que termino cometiendo una desgracia.
Cuenta una de las leyendas de Xalapa que a principios del siglo XIX un joven de buenos modales y de recatado aspecto llegó al poblado de Xalapa en Veracruz para brindar sus servicios sacerdotales. Los feligreses recibieron con gusto su llegada pues hacía algunos meses que ningún sacerdote aceptaba la invitación de dirigir la pequeña capilla que ellos mismos habían construido.
Una mañana mientras se preparaba para oficiar la misa dominical, el joven sacerdote vio ingresar a la parroquia a una chiquilla de sonrisa radiante de alrededor de 12 años de edad. De inmediato sintió una fuerte atracción hacia aquella pequeña y muy a su pesar, no pudo evitar durante toda la misa contemplar embelezado la belleza de la pequeña niña. Con el paso del tiempo, aquella niña quien llevaba por nombre Carmen, se convirtió en su gran obsesión y en un amor prohibido que deshonraba sus deberes eclesiáticos y su juramento a Dios.
Cuando Carmen cumplió los 17 años su belleza se había acentuado aún más, tanto que provocaba suspiros entre los lugareños mismos que no habían logrado conquistar el corazón de la bella señorita. Sin embargo, un día durante una fiesta que cubría las calles de Xalapa, Carmen conoció a un joven español proveniente de una distinguida familia quien de inmediato le robó el corazón. Al paso del tiempo, el breve pero feliz noviazgo entre esta joven y su fiel enamorado los llevó a tomar la decisión de unir sus vidas en sagrado matrimonio.
Carmen, entusiasmada por la noticia, se dirigió al cura de la parroquia para solicitarle que fuera él quien oficiara la misa, una vez que la fecha de la boda fuera fijada. El sacerdote indignado y cegado por los celos, intentó convencerla de que su prometido era un hombre poco digno de confianza. Desconcertada, Carmen tomó las palabras del sacerdote como un insulto y llorosa se retiró de la capilla. Todo esto mientras que el corazón del clérigo sucumbía amargamente a su desdicha.
Días después y durante una tarde oscura que presagiaba la llegada de una gran tormenta, Carmen como de costumbre acudió a la parroquia para confesarse, el sacerdote la recibió malhumorado y cumplía de mala gana con el rito de la confesión cuando de repente y en un ataque de locura se abalanzó contra Carmen con la intención de besarla; anonadada Carmen sintió que el mundo se le venía encima y no pudo evitar que el clérigo comenzara a propasarse con ella.
Consecuencias…
Sobreponiéndose a la primera impresión y sacando fuerzas de flaqueza Carmen luchó como una fiera para evitar que el clérigo mancillara su honor y su buen nombre, mientras forcejeaban como bestias salvajes y las fuerzas de Carmen se le escabullían envueltas en llantos y suplicas el malvado clérigo consiguió satisfacer sus bajos instintos mientras que Carmen se hundía en una desesperación infinita mezcla de horror y vergüenza, fue en ese instante que el cura maldito comenzó a estrangular a la inocente criatura cuyos débiles gritos fueron apagados por los truenos y relámpagos que, cual furiosos latigazos, azotaban con furia los cerros y colinas, el cielo inundaba con una lluvia infinita, que parecía un llanto desconsolado a la ciudad de Xalapa.
Una vez que Carmen entregó a Dios su último suspiro, el clérigo se detuvo, llevó sus manos a la cabeza y presa de un horror infinito sintió cómo la culpa lo embargaba, lo atormentaba y en ese preciso instante corrió hacia lo alto del campanario y pidiendo perdón a Dios por lo sucedido se arrojó al vacío y allí quedo quieto, inmóvil, vacío.
Al día siguiente, la noticia de la desgracia hizo eco en toda Xalapa. Los incrédulos habitantes dieron cristiana sepultura a Carmen y al hombre que le arrebató la vida, el tiempo borro los recuerdos. Sin embargo dice la leyenda que cada vez que la lluvia arrecia en los poblados de Xalapa y los truenos iluminan las obscuras noches, se pueden observar si se mira con atención dos siluetas que forcejan en la oscuridad de aquella parroquia condenada por toda la eternidad, gracias a los malos oficios del diablo. Eso es lo que se dice de una de las leyendas de Xalapa, de las muchas que hay.