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Hotel Escondido, el rincón fantástico de Oaxaca
Al compás de las olas se descubre el Hotel Escondido, el rincón fantástico de Oaxaca. Ahí los días transcurren arropados por los detalles, la naturaleza y la hospitalidad.
Este alojamiento motiva a sus huéspedes a perderse en el silencio y descubrir las tradiciones de la zona a través de su gente.
Y es que esta propiedad de Grupo Habita, es el escondite perfecto para aquellos que deseen una experiencia relajada envuelta en confort y lujo.
Las suites de Hotel Escondido
En Hotel Escondido, nada está escrito, todo parece brotar de la espontaneidad de la naturaleza. Sus 16 habitaciones dan cuenta del ingenio y creatividad del arquitecto Federico Rivera Río, quien fusiona en cada espacio el diseño contemporáneo con las tradiciones de la región.
Las suites son las típicas palapas de un destino de playa con techos de palma. Solo que tienen muebles de madera, artesanías oaxaqueñas, zona exterior de chill out, hamaca, dos coloridos camastros y una alberca individual.
Cada habitación es un paraíso personalizado. La música la llevan los huéspedes y son ellos quienes deciden que tanto quieren estar en contacto con la naturaleza. Solo es necesario abrir y cerrar las puertas de madera para que la atmósfera de la suite cambie.
El Beach Club es otro de los espacios que cautivan, ya que el diseño de la alberca de 50 metros de longitud tipo infinity roba el aliento. Es que su atmósfera desértica se mezcla idóneamente con el mobiliario.
Allí mismo está un bar que entre hamacas, sillas y un par de sillones convoca a la relajación. Después de relajarte, la mejor opción es degustar alguno de los cocteles a base de mezcales que sobresalen en su carta.
La sazón del Hotel Escondido
De hecho, la oferta gastronómica de Hotel Escondido sumerge a los comensales en un viaje por las riquezas culinarias de Oaxaca. Cada bocado resalta los productos locales.
En el desayuno no pueden faltar los huevos escondidos, que si bien podrían parecer unos huevos sencillos, el toque único lo pone el mole y queso oaxaqueño.
En la comida los tacos de camarón y las tradicionales tlayudas hacen de la experiencia culinaria un deleite.
Las cenas son siempre una sorpresa. Sin carta, pero con la certeza de que el chef conquistará a los paladares más exigentes.
La pesca del día, los productos orgánicos y algunas curiosidades que el chef encontró en el mercado toman forma a las ocho de la noche.
La velada puede concluir en el Underground club. Es parecido a un antro privado con paredes de espejo decoras por grafittis y luces neón. Lo mejor es que el DJ es el propio huésped.
Si prefieres la tranquilidad y el romanticismo, la opción es disfrutar un martini exótico o un buen mezcal a la orilla de la alberca. Mientras saboreas tu trago, las olas y el viento musicalizan la noche.
Otro de los espacios con un sello muy particular es una sala de estar, donde es posible leer, escuchar música y hasta trabajar.
El servicio es el otro valor agregado, que logra que la estancia sea más placentera, más íntima, más amigable. Así es este escondite de las costas oaxaqueñas, donde se detiene el tiempo, donde todo transcurre al compás de las olas.