Corea: un destino exótico y fascinante

Corea del Sur es un país lleno de historia y tradición, un destino fascinante y desconocido para la mayoría. Conocerlo es recorrer antiguos palacios, castillos y pueblos tradicionales; descubrir templos budistas y lugares religiosos sagrados, pero también paisajes agrestes y accidentados, montañas nevadas y colinas, y espacios naturales impresionantes.

Aquí conviven sin espejismos la tradición y la modernidad. Seúl, su capital, es el lugar ideal para comenzar a descubrir lo mejor de este rincón de Asia.

Imperdonable sería no visitar sus cinco impresionantes palacios reales. Gyeongbokgung o palacio de la bendición feliz, cuyo principal atractivo es el cambio de guardia. Changdeokgung o palacio de la virtud próspera, y su jardín Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Changgyeonggung o palacio de la alegría floreciente. Gyeonghuigung o palacio de la armonía serena. Y Deoksugung o palacio de la longevidad virtuosa.

Muy cerca de los palacios se ubica el santuario Jongmyo, uno de los tesoros más importantes de Corea del Sur, lugar de adoración de los reyes de la Dinastía Joseon, ideal para perderse entre espectaculares jardines. En este templo se consagran las lápidas espirituales de reyes y reinas de la antigua Corea, legado que ha sido declarado Patrimonio Mundial por la Unesco.

Otro imperdible es el templo Jogyesa, centro del budismo Zen de Corea del Sur. Su altar es uno de los más sagrados para los budistas coreanos, y en él, se llevan a cabo eventos, ceremonias y ritos durante todo el año.

El templo Bongeunsa, ubicado en el centro de la ciudad, sorprende por estar rodeado de enormes y modernos edificios; en su interior, se encuentra un remanso de paz. Este auténtico oasis, conserva reliquias budistas, textos, sutras, colecciones y objetos relacionados con la historia del budismo.

Perderse por el barrio Insa-dong y recorrer sus callejuelas con modernas galerías y tiendas de té, es excelente para disfrutar de lo más auténtico de la ciudad y comprar objetos artesanales.

No hay que olvidar la modernidad que supone el parque de Namsan, en el que encontramos la Torre N de Seúl.  En la cima de la montaña Namsan, a 243 metros  sobre el nivel del mar, y con una altura de 236 metros, fue construida en 1969, y desde entonces ilumina la ciudad al anochecer. Para disfrutar de las mejores vistas de Seúl se puede subir al observatorio.

Otros lugares de interés son el templo Pomun-sa, el cementerio Tongunung, la Pagoda Octogonal y las Puertas, además de la Catedral.

Si aún el tiempo lo permite, se pueden visitar interesantes museos como el Museo Nacional de Corea y el Museo Folclórico, así como el Museo de la Independencia.

Para los más pequeños de la casa existe la aldea tradicional de Namsangol Kanok con su jardín típico coreano, un espacio al aire libre con casas tradicionales de estilo hanok.

Seúl puede ser un auténtico paraíso para los amantes de las compras. Hay muchísimos centros comerciales abiertos hasta el amanecer y una divertida y apasionante vida nocturna.

Más allá de Seúl, se ubica la ciudad de Busan, conocida por sus playas, montañas y templos. Esta ciudad costera, es una de las más interesantes de Corea del Sur. Sus playas atraen todos los años a muchos coreanos, y su vida y ambiente moderno la hacen un imperdible en el itinerario de viaje de aquel país.

Entre sus playas más famosas destacan: la Playa de Gwangalli y la Playa de Haeundae.

Desde Busan se puede ir a Gyeongju, la antigua capital de Corea del Sur, con grandes lugares de interés, que van desde sus templos, como el de Bulguksa, hasta las Grutas Seokguram o el estanque Anapji.

En su montañoso territorio se esconden magníficos templos, antiguas aldeas que llevan siglos habitadas y ciudades modernas que contrastan con las tradiciones arraigadas del país.

Vala la pena dedicar tiempo para conocer los destinos turísticos que se ubican al sur de Seúl y que ofrecen al viajero una visión mucho más completa del país de la que se podría tener si solo se visitara la capital coreana.

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