Provincia de Trinidad en Cuba, un museo al aire libre
La Provincia de Trinidad en Cuba no es el primer sitio que te ofrece una agencia de viajes cuando quieres ir a Cuba, los destinos de cajón son La Habana y Varadero, pero también son los más llenos. El encanto de Trinidad, es que brinda a los visitantes la magia de una ciudad patrimonio y de una playa de la que no querrás irte.
¿Dónde está?
Al sur de la Provincia de Sancti Spíritus, en la parte centro de la isla. En 1965, la Provincia de Trinidad en Cuba fue declarada Monumento Nacional y en 1988, Patrimonio Mundial de la UNESCO. Quien viaja a Trinidad se encontrará con música en todos los rincones y habanos a buen precio.
¿Qué visitar?
Trinidad es una ciudad de casas coloridas y laberintos adoquinados, entre los que te encuentras con pintores exhibiendo sus obras, campesinos o guitarristas. Hay que partir de la Plaza Mayor e ir visitando atractivos históricos de arquitectura encantadora, como el Museo Histórico Municipal, la Iglesia parroquial de la Santísima Trinidad, el Museo Romántico, el Palacio Cantero, el Palacio Ortiz, el Convento de San Francisco de Asís y la Plaza de Santa Ana.
¡A bailar!
El mejor ambiente de la Provincia de Trinidad en Cuba se concentra en las Ruinas del Teatro Brunet gracias a los percusionistas y maestros de baile afrocubano. Arranca la fiesta probando una “Canchanchara”, coctel a base de ron, miel, limón y algún ingrediente secreto y sabroso.
Para la noche, visita el Bar Daiquirí para bailar salsa y echarte un tentempié, tomar camino a la Casa de la Trova y terminar la noche en las escalinatas de la Casa de la Música, con espectáculos de danza y salsa al aire libre.
Alrededores
La hermosa playa Ancón se ubica 12 km al sur de Trinidad, es de esas albercas gigantes de tonos azules y turquesa de oleaje casi inexistente. Por su parte, la sierra de Escambay, 18 km al norte, está considerada la mejor zona de excursionismo de Cuba, dotada de una red de senderos accesibles.
A 7 km al este se localiza el Valle de los Ingenios, en donde aun pueden verse las ruinas de ingenios azucareros del siglo XIX con maravillosas fachadas y miradores. Y no hay que dejar de visitar Topes de Collantes, un paisaje natural protegido, favorito de ciclistas y senderistas.
¿Para qué tipo de viajero?
Para viajeros poco exigentes, que buscan los destinos que pocos han visto, se adaptan fácilmente, no temen a las tardes serenas, que bien pueden terminar sin más novedad, que en noches de trova y ron; están dispuestos a bailar salsa con desconocidos, tomar una bicicleta para llegar hasta el mar o la sierra o simplemente, pasar la tarde contemplando una maqueta de tamaño natural que se quedó pasmada en el tiempo.