La leyenda del conejo en la Luna: el verdadero mito mexica
¿Fue Quetzalcóatl el responsable de que veamos un conejo en la Luna? ¿Cómo fue que su figura quedó grabada para la eternidad?
Sigue leyendo y descubre una de las leyendas mexicas más bellas, que explican el vínculo que existe entre un conejo (animal sagrado que representa a la nobleza, la fertilidad y el pulque) y la Luna.
La leyenda mexica del conejo grabado en la Luna
Foto: Especial
Entre las leyendas mexicas se cuenta que un día, Quetzalcóatl encarnó en un hombre para poder viajar por el mundo.
Después de caminar todo un día, la fatiga y el hambre se apoderaron de él cuando el Sol comenzó a ocultarse. Sin embargo, Quetzalcóatl siguió su peregrinar hasta que las estrellas y la Luna comenzaron a brillar.
Buscó un remanso en la orilla del camino. De pronto, a su lado apareció un conejo que buscaba algo para cenar.
— ¿Qué comes?, — le preguntó el dios bueno y bondadoso.
— Un poco de zacate, ¿quieres?, — respondió el conejo.
Quetzalcóatl agradeció el gesto de bondad, pero respondió que él no comía zacate. Por lo que el animal blanco le preguntó qué haría para saciar su hambre: La respuesta del hombre fue, “tal vez morir de hambre y sed”.
El conejo se acercó a él y le dijo;
— Yo no soy más que un conejillo, pero, si tienes hambre, cómeme, aquí estoy —.
El inicio de una leyenda eterna
El corazón del dios fue conmovido y con toda autoridad le dio el don que da origen a la mítica leyenda del conejo en la Luna.
Con una caricia de amor, Quetzalcóatl le dijo que no volvería a ser un conejillo más. Todo el mundo se ha de acordar de ti, te lo mereces por ser tan bueno.
Entonces, levantó al conejo muy alto, hasta la Luna, donde su figura quedó grabada para siempre.
Después, el dios mexica lo bajó nuevamente a la tierra y le dijo:
— Ahí tienes tu retrato en luz, para todos los hombres y para todos los tiempos —.
Otra leyenda prehispánica sobre el conejo grabado en la Luna
Foto: Istock
De acuerdo con la obra Historia general de las cosas de la Nueva España, escrita por Fray Bernardino de Sahagún, entre 1540 y 1585, poco después de la Conquista de México, el origen de la leyenda del conejo en la Luna surgió en Teotihuacán.
Antes de que hubiese día, los dioses se reunieron en Teotihuacán para elegir al Quinto Sol que alumbra nuestra era actual.
Al preguntar quiénes se ofrecían, el dios rico Tecuzitecatl fue el primero en responder. Sin embargo, faltaba uno, por lo que eligieron a Nanahuatzin, un dios pobre.
“Después del nombramiento, los dos comenzaron a hacer penitencia y a elevar oraciones. El dios rico ofreció plumas valiosas de un ave que llamaban quetzal, pelotas de oro, piedras preciosas, coral e incienso de copal. El buboso (de nombre Nanauatzin), ofrecía cañas verdes, bolas de heno, espinas de maguey cubiertas con su sangre, y en lugar de copal, ofrecía las postillas de sus bubas.”, cuenta el relato.
Según Fray Bernardino, la penitencia culminó a medianoche. Después, encendieron y ordenaron que el dios rico se lanzara al fuego. Él tuvo miedo. Lo intentó cuatro veces.
Tocó el turno a Nanahuatzin, quien cerró los ojos y se arrojó inmediatamente. La acción fue imitada por su contrincante. Al fuego también entro un águila que se quemó ( por eso el color moreno de sus alas) y un tigre que salió manchado de blanco y negro.
El conejo que disminuyó el brillo de un dios
“Los dioses se sentaron entonces a esperar de qué parte saldría Nanauatzin; miraron hacia Oriente y vieron salir el Sol muy colorado; no le podían mirar y echaba rayos por todas partes. Volvieron a mirar hacia Oriente y vieron salir la Luna.”
La obra también cuenta que, al principio, los dos dioses resplandecían por igual. Pero, uno de los presentes arrojó un conejo a la cara del dios rico y de esa manera le disminuyó su brillo. Así es como nació otra leyenda del conejo en la Luna.
