La Matlazihua, terror de los mezcalovers
La Matlazihua, terror de los mezcalovers
Dicen que para todo mal, mezcal y para todo bien, también, pero cuidado con la leyenda de la Matlazihua, que cualquier fiesta la apacigua.
Cuentan que este misterioso ente se aparece a quienes gustan de emborracharse con mezcal, engañar mujeres o celebrar a altas horas de la noche.
También hay quienes la asocian con la diosa de la muerte ‘Mictlantecíhuatl’, la esposa del encargado del inframundo o Mictlán, ‘Mictlantecuhtli’.
Otros más la relacionan con una fuerte epidemia ocurrida en 1737 en Matlazáhuatl, que mató a miles de indígenas.
Todos coinciden en que la Matlazihua es una mujer de gran belleza, mestiza, delgada, joven, de rasgados finos, labios rojos y mirada seductora.
Lleva un vestido blanco y los hombros descubiertos; sólo se cubre con un rebozo negro.
Con sus sensuales movimientos y mirada penetrante, la Matlazihua seduce y embruja a los hombres.
Ellos la siguen cegados por sus encantos, hasta que de repente, despiertan en algún barranco, entre plantas espinosas.
Se cree que su afán es vengarse de los hombres borrachos y mujeriegos. Y, cuando no cobra su vida, del susto, hasta se les quita el vicio.
El origen de la leyenda de la Matlazihua
En épocas pasadas, cuando un hombre desaparecía de su casa sin dejar rastro, por días, normalmente se le encontraba en algún matorral, al fondo de un barranco.
Y todo era culpa de la Matlazihua, una leyenda ha sobrevivido generaciones y que sigue dando de qué hablar en los valles del estado.
Algunos dicen que es un ser mitológico, otros dicen que es una hermosa mujer, para unos más es solo un alma en pena,
Lo cierto es que la leyenda de la Matlazihua es más que eso en Oaxaca, es parte del día día, de la tradición oral, del mezcal.
Cuentan que la Matlazihua fue una mujer real, Santa Maria Sola de Vega, allá en la época Colonial.
Se dice que en Oaxaca hubo un joven llamado José Antonio al que le gustaban mucho las mujeres, no le importaba cómo fueran.
Él era alto, blanco y garboso, cargaba un bigote espeso bien recortado, todo un macho bragado, de la sierra donde el gozo del macho era tener muchas mujeres.
Bebía el mezcal por garrafas y hallaba valor para enfrentarse a la muerte.
Cuando faltaba el dinero, vendía un ganado de los de su padre, quien siempre le advirtió que algún día Dios lo iba a castigar por engañar a las mujeres.
Su padre era rudo trabajador de la ganadería, cuando veía a su hijo en problemas le decía con tono muy fuerte “Algún día José Antonio, Díos te va a castigar por engañar a las mujeres”.
“Por ese vicio, nunca estas en casa, ni atiendes el trabajo, pero un día, te vas a llevar un terrible susto”, le advertía el anciano, sin que existiera aún la leyenda de la Matlazihua.
José Antonio, evidentemente, nunca hizo caso hasta que un día se enamoró perdidamente.
Un día perdido entre las copas, sin recordar nada, a eso de las 3 de la madrugada, se le apareció una mujer muy bonita, igual a su novia, vestida de blanco.
Pensando que era ella, la fue siguiendo sin pensar que esa mujer era la Matlazihua o la bandolera.
Hasta la borrachera se le quito del susto al percatarse que era la muerte, empezó a gritar desesperado.
Los gritos despertaron a los trabajadores de la hacienda, quienes partieron en la búsqueda de José Antonio.
Notaron que los gritos provenían de un alto peñasco saturado de espinas y magueyales,
Subieron hasta la cima, para encontrarse al enamoradizo hombre desnudo y cubierto de profundas heridas.
La Matlazihua no tomó su vida para dejarlo como testigo de su existencia y como advertencia de lo que le espera a los hombres como José Antonio.
Después de la experiencia a este irresponsable hacendado ya no le quedaron ganas de andar enamorando mujeres.
La leyenda de la Matlazihua empezó a expandirse y a tomar variantes ligeras aunque todas coincidentes en la figura de una mujer de gran belleza.
Por el miedo, los padres conservadores y madres angustiadas ordenaban a todos los varones resguardarse en casa antes del toque de oración.
Cuando aparecía el sereno, el encargado de vigilar las calles, todos debían estar en casa ya que alguna bella imagen podría reaparecer.
Como en muchas otras historias, la Matlazihua pasa vestida de tela blanca, casi transparente.
Verdad o leyenda, todavía no logra dilucidarse, lo cierto es que quizá ahora lo pienses antes de pedir otro mezcal.