Para que no me olvides, Aguascalientes
Para que no me olvides, Aguascalientes
Amigos del alma,
Nomás amanece y la calidez de esta tierra los extraña al no escuchar su canto y sus escandalosas risas, esas que parecían eternas, allá por el mes de abril.
Ahí les mando un vagoncito, lleno de cosas bonitas pa que la espera sea menos.
Y aquí les van unas flores, tomadas de mi gran jardín, pa que recuerden sus pasos entre abundantes senderos.
Con afán de llevar a sus rostros una sonrisa, les mando esta tradicional catrina, que celebra a la muerte como parte de la vida.
Reciban también este canto, que alegra su corazón a la primera tonada y pa acompañar el son, les mando su botellita, como regalo del sol y de esta tierra bendita.
Y del fondo del corazón, les mando su huacalito, con este fruto exquisito que se percibe profundo desde cualquier rinconcito.
Pa que no falte en la mesa la esencia de mi sazón, les mando algunas especias, pues pa ensalzar su ilusión.
Y del color de mi tierra yo les mando este dorado, que simboliza a mi Cristo que es de todos adorado y que a lo lejos nos cuida con su gloria tan divina.
Para despedirme, les mando este pañuelito, bordado con el hilo de la esperanza, de que pronto, muy prontito, volveremos a mirarnos.
Los aprecia en el alma, su amigo Aguascalientes.
Los detalles de esta carta
1. Allá por el mes de abril desde 1828 se celebra la fiesta más importante de Aguascalientes y una de las más sobresalientes de todo el país, la Feria Nacional de San Marcos.
Durante 3 semanas, la ciudad de Aguascalientes se transforma en una celebración de 24 horas, tanto en la Isla San Marcos como en espacios de interés como museos, la icónica plaza de toros y el Jardín de San Marcos, por mencionar algunos.
Es una feria de palenque, exposiciones, música, conciertos, espectáculos taurinos, eventos deportivos, peleas de gallos y fuegos artificiales.
2. Al enviar un vagoncito a sus amigos, seguramente el autor está haciendo referencia a uno de los principales símbolos de Aguascalientes, el ferrocarril.
Y es que, aunque este ya no es un transporte que conecte pasajeros con el destino, no ha dejado de ser un emblema gracias a sus años de gloria y un poco de nostalgia.
Con gran alegría, los hidrocálidos recibieron la primera locomotora de vapor en 1884, anunciando con su silbato una nueva era de progreso.
Los beneficios no se hicieron esperar pero el auge llegó a su fin en 1991, cuando se anunció la privatización de la Constructora de Carros de Ferrocarril.
Posteriormente se liberó al sector privado la comercialización, los servicios y el mantenimiento de vías y reparación.
Hoy es posible recordar esta época de gloria visitando el Museo Ferrocarrilero Tres Centurias.
3. Las flores del gran jardín al que se refiere el autor no pueden ser otras que las que se aprecian en el bello Jardín de San Marcos, otro de los símbolos de la ciudad de Aguascalientes.
Se localiza en el corazón del Barrio de San Marcos y es también un escenario importante durante la Feria de San Marcos.
Alberga diversos tipos de especies de plantas y árboles que se pierden entre caminos y esculturas de piedra. En su centro está un kiosco, donde debajo de él se dan espectáculos con fuentes y luces multicolores.
Su balaustrada está hecha en cantera rosa, la cual rodea completamente el jardín, excepto por las famosas cuatro entradas que se encuentran en el centro de los cuatro lados del mismo.
4. La celebración de la muerte como parte de la vida está presente en Aguascalientes, no solamente durante noviembre, cuando se celebra el Festival de Calaveras, por eso el autor de estas letras envía una catrina.
Además de esta fiesta, Aguascalientes cuenta con espacios de arte y cultura para celebrar a la catrina, como el Museo Guadalupe Posada, que a través de más de 5mil piezas rinde homenaje al artista.
O el Museo Nacional de la Muerte, inaugurado en 2007 bajo el auspicio de la Universidad Autónoma de Aguascalientes.
5. Seguramente los lectores ya intuyen cuál es el canto al que se refiere el autor porque es raro que un mexicano no se sepa el tema Pelea de gallos, que básicamente habla de la Feria de San Marcos.
El tema fue escrito por el compositor chileno Juan S. Garrido por invitación de Antonio Arias Bernal, caricaturista de Aguascalientes.
El tema fue alabado por el maestro Manuel M. Ponce e interpretado por múltiples cantantes.
6. Un huacalito envía también el escritor de esta carta, y es indudablemente uno que contiene guayabas, un fruto típico de la región con el que se preparan infinidad de dulces, postres y platillos, especialmente en el pueblo mágico de Calvillo.
Y es que Calvillo, localizado a 40 minutos de Aguascalientes, es un importante productor de guayabas, por cierto, las más deliciosas de México.
7. Especias es otro de los envíos que el autor dedica a sus lectores, esas con las que se sazonan los ricos platillos de Aguascalientes, destacando aquellos que se preparan con carne roja, de la mejor calidad del país.
Aunque para probar los platillos más típicos de la región basta con visitar alguna de las típicas cenadurías del centro.
Ahí no hay que dejar de probar platillos como el Chile aguascalentense, parecido al chile en nogada pero con salsa de guayaba.
También está el Pollo San Marcos, preparado con vino blanco, duraznos y peras secas, tomates, canela y clavo.
Otras estrellas de la cocina son por ejemplo el menudo, la barbacoa, el lechón al horno, un buen pozole o unas ricas enchiladas.
8. De sus colores, Aguascalientes envía a sus lectores el dorado, que es con el que deslumbra el icónico Cristo roto de San José de Gracia, otro de los pueblos mágicos del estado.
La escultura mide 28 metros de altura y pesa más de 20 toneladas, localizándose en un islote de la presa Plutarco Elías Calles desde 2006.
Ahí espera a los fieles católicos que lo visitan en gran cantidad o dan un paseo por la presa para verlo desde la distancia.
9. Con un pañuelito el autor representa la gran cantidad de deshilados y bordados que se crean en Aguascalientes como una de las más importantes artesanías del estado.
Se trata de verdaderas obras de arte transmitidas por generaciones a las mujeres hidrocálidas, que con paciencia hacen magia con hilos y tela para convertirlos en diseños invaluables.
Los precios varían según el tamaño de la prenda, y por supuesto, la complejidad de su elaboración.