México
Para que no me olvides: Monterrey
Alma de mi alma,
Usted sabe que la extraño y que me muero por verla, pero así como está la cosa, pos orita no puedo hacerlo.
Y mientras pasa la polvareda y pa que no me vaya a olvidar, le mando su cajoncito con un montón de alegrías y un montón de recuerditos.
Le mando su relicario, con una foto de antaño, de ese lugar que los años fundieron con gran premura, para dar genio y figura, a espacios de arte y cultura.
Reciba con alegría esa brisa tan sutil, como recuerdo de aquella, que acarició su mejilla, cuando hermosa deambulaba con exquisita cadencia por el río que, a sus pies, le despertó el interés.
Y aquí le va su rosario, pa que lleve en el corazón a la virgen que a esta tierra le brinda su bendición.
Le pongo también unas fotos de hermosísimos rincones, cuya estampa colonial, es motivo de recuerdo para aquellos que, de lejos, nos pasan a visitar.
Tenga paciencia alma mía, que si no quiere esperar, le mando con toda el alma, esta silla de montar, pa que recuerde con gusto a ese noble guardián, símbolo de estas tierras que vigila nuestro andar.
Y pa comer a lo grande, como lo manda el señor, ahí le empaco este cabrito, cuya fama ha trascendido, la frontera nacional y es de todos conocido por su sabor sin igual.
Pa acompañar este bendito festín, le mando esta delicia de dorada transparencia y burbujeante alegría.
Aquí le va este pecado, pa que endulce sus momentos, una, y otra y otra vez, y pues si no me entendió, pos se lo mando de nuez.
También le mando el rocío de aquel hermoso lugar, que la madre naturaleza nos regaló sin dudar.
Y pa que no se me aburra, reciba usted su pincel, como símbolo del arte que se lleva acá en la piel y la llevó a visitar universos de sorpresas.
La extraño de aquí pa allá, su meritito Monterrey
Los detalles de esta carta
1. El cálido autor de esta carta inicia haciendo referencia al gran ícono de la ciudad: el famoso Parque Fundidora.
Hoy un espacio dedicado al arte, la cultura y la diversión, se encuentra donde solía estar la compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, de 1900 a 1986.
El Parque Fundidora, orgullo de todo regiomontano, cobija museos, parques de diversiones y espacios culturales, y es sede de esperados eventos, como el festival Pal Norte.
2. Si hay algo que reúne a propios y extraños es el precioso Paseo Santa Lucía, una de las grandes maravillas de nuestro país.
El paseo imperdible de Monterrey, son más de 2.3 kilómetros de puentes, andadores, áreas verdes y obras de arte, que se disfrutan a pie o por agua, bajo la tutela del majestuoso Cerro de la Silla.
3. En la carta hay un rosario, que alude a la imponente Catedral de Monterrey, el corazón espiritual de la ciudad.
Y es que por cientos de años, esta joya arquitectónica ha enamorado a sus visitantes con sus tesoros coloniales, sus murales y sus sagrados rincones, recibiendo plegarias y dando esperanza y fortaleza a quienes más las necesitan.
4. Con estas fotos, el autor nos lleva a pasear por el pintoresco Barrio Antiguo, el centro histórico de la ciudad.
Sus calles empedradas y sus históricas casonas coloniales albergan museos y galerías que celebran el talento y la pasión de artistas locales, restaurantes que conquistan panza y corazón, animados bares para celebrar la vida y sentir la música y boutiques con personalidades únicas.
Es aquí, donde además, los domingos hay que visitar el colorido Callejón Cultural, punto de reunión de pintores, fotógrafos y artesanos locales.
5. Si la naturaleza bendijo a Monterrey con una creación fantástica, tendría que ser con el Cerro de la Silla, el eterno guardián de la ciudad.
Con cuatro picos y belleza inconmensurable, ha sido inspiración de canciones y bailes, elementos entrañables de la tradición neolonesa.
Y aunque solamente admirarlo llena de asombro, hay algunos valientes que deciden desafiarlo y llegar a su cima, para ser recompensados con vistas espectaculares de la ciudad.
6. Uno de los grandes regalos de Monterrey al mundo es su gastronomía, con manjares como el cabrito que nuestro autor envía, la carne asada, la machaca, el asado de puerco, los frijoles con veneno y los empalmes.
En Monterrey, los sabores de la tierra, tan puros como deliciosos, se preparan con una maestría sin igual y un toque de tradición, para crear platillos que deleitan hasta al paladar más exigente.
7. El complemento perfecto para una festín, la dorada cerveza es una de las bebidas más tradicionales y populares de Monterrey.
La historia de la cerveza en la ciudad comienza a principios del siglo XX, con la fundación de la Cervecería Cuauhtémoc, que pronto obtuvo fama internacional.
Hoy, la cerveza, tanto industrial como artesanal, sigue siendo la bebida favorita para disfrutar y compartir.
8. El pecado de la carta, que endulza todo momento, son las deliciosas Glorias de Linares, un manjar de dioses en un envoltorio de celofán rojo.
Creadas por doña Natalia Medina Núñez en 1932, las Glorias son una riquísima combinación de leche quemada y nuez, que se encuentran en cada rincón de la ciudad. Son tanto el final perfecto de una comida como un dulce recuerdo de una visita a Monterrey.
9. El rocío que envía nuestro autor es el de la espectacular cascada Cola de Caballo, en el cercano Pueblo Mágico de Santiago.
Con 27 metros de alto, es una maravilla natural de Nuevo León y un placer para los sentidos.
10. Para finalizar su carta, nuestro autor envía un pincel, un guiño al MARCO, el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey.
Este importante museo está dedicado al arte contemporáneo y alberga cientos de obras de artistas mexicanos e internacionales, de técnicas como pintura, escultura, instalación y artes gráficas.