Para que no me olvides, Zacatecas
Para que no me olvides, Zacatecas
Cariño mío,
Tu recuerdo me acompaña en cada sitio que miro, en el aroma de las tardes y en el pasar de un suspiro.
Hoy que la vida se pausa, te envío en una valija, esperanza y oraciones para que nunca me olvides.
Empiezo con una cruz, como la de aquel bendito retablo en el que pido con devoción que te proteja y resguarde a la virgen de mi pueblo.
Te envío un sortija de oro, símbolo de la riqueza que nos regala esta tierra de gente digna y valiente, que mi corazón encierra.
Una máscara te mando y va en representación, de aquellas que colecciona mi pueblo con emoción, para embellecer los muros de ese sitio tan divino, que te dejó sin palabras y acaparó tus miradas.
Y aquí te mando una pluma de la la realeza del cielo , yo con ella te recuerdo, mirando toda mi magia y viajando de cerro a cerro.
Recibe esta melodía que te llena de alegría y que al ritmo de un tambor, te acelera el corazón.
También te mando estas letras, son de mitos y leyendas que viajan de boca en boca desde tiempos ancestrales.
Y aquí te mando la luna, que en sus brillos nos recuerda las creaciones primorosas de estas manos de alma pura.
Recibe de mí una estrella, como aquellas que en el cielo, enamoraron tu vista, entre pilares de piedra esculpidos con destreza, por la madre naturaleza.
Y que no falte en tu mesa el sabor de mi sazón, por eso también te mando un trocito de carbón, para que a tu paladar vuelva, el recuerdo del fogón.
Y por último te envío esta linda lamparita para que guíe tu camino por mis calles escondidas y así te traiga aquí de vuelta a la luz de un nuevo día.
Nunca olvides que te quiere, tu Zacatecas
Los detalles de esta carta
1. Es con una cruz con la que el autor de estas letras representa a su corazón de cantera, la Catedral de Zacatecas.
Este hermoso templo dedicado a la Virgen de la Asunción es en su fachada una obra maestra del barroco churrigueresco del siglo XVII.
Labrada en cantera con tal detalle que parece un encaje hecho en piedra. Sus fachadas laterales aunque menos elaboradas, no dejan de ser un deleite a la vista.
2. Con una sortija de oro, el autor de estas letras hace referencia a la minería, símbolo zacatecano.
Y no puede quedar de lado la popular Mina del Edén, de donde desde tiempos remotos se extrajo mucho oro y plata.
Actualmente es uno de los principales atractivos turísticos de Zacatecas ya que permite a los visitantes conocer la forma de vida de los mineros en tiempos coloniales.
Quienes la recorren pasean por túneles y galerías y visitan en un tren el socavón “La Esperanza”.
También cuenta con un museo donde se exhiben piedras y minerales de diversas partes del
mundo y con un bar, dentro de la mina.
3. Una máscara envía el escritor a su amada, seguramente será una de las tantas que llenan de alegría los bellos espacios del Museo Rafael Coronel.
El popularmente llamado Museo de las Máscaras de Zacatecas se instaló en lo que fuera el Convento de San Francisco.
El edificio fue restaurado y remodelado para albergar al museo, pero aún conserva mucho de su arquitectura original.
En su interior destaca la colección de unas 10 mil máscaras que son utilizadas en danzas y
ritos de todo México, a la que se suman famosas obras de artistas como Diego Rivera y el mismo Rafael Coronel.
4. Con una pluma, como las que en el aire vuelan al desprenderse de las aves, es como nuestro escritor hace referencia al teleférico de Zacatecas, otro de los símbolos de la ciudad.
Al este del centro de Zacatecas se alza el Cerro de la Bufa, con 2 mil 567 metros sobre el nivel del mar. Puedes subir caminando, pero lo mejor es hacerlo vía teleférico, y de paso contemplar las vistas de la ciudad desde las alturas.
El trayecto de 650 metros se completa en siete minutos. Al llegar a la cima no olvides visitar el Santuario de la Virgen del Patrocinio, que data de 1728.
Muy cerca también se localiza el Museo de la Toma de Zacatecas, y la Plaza de la Revolución. Es también un buen sitio para comprar artesanías.
5. La melodía a la que se refiere nuestro autor es sin duda la alegre y tradicional Marcha de Zacatecas, casi un himno de la región.
Originalmente denominada como Marcha Aréchiga, esta obra musical fue compuesta en 1892 por el zacatecano Genaro Codina (1852-1901), que además era cohetero y arpista.
La pieza fue tocada por primera vez en público en la primavera de 1893, por la Banda del Estado, que era dirigida por Fernando Villalpando y reforzada por la Banda de Niños del Hospicio, además de una banda de guerra.
Hoy es el Himno Nacional de la charrería mexicana.
6. El autor de esta carta envía también algunas letras de mitos y leyendas que viajan de boca en boca.
Por supuesto se refiere a las Leyendas de Zacatecas como la leyenda de La Zacatecana, la leyenda de la Calle de las tres cruces o la leyenda de la piedra negra, por mencionar algunas.
La mejor manera de conocer estas historias, algunas escalofriantes, otras simpáticas, es haciendo un tour de leyendas por la ciudad.
Estas son narradas por actores profesionales personificados, mientras los asistentes recorren los callejones de la ciudad.
7. La luna, como la luna de plata, se envía simbólicamente en representación de una de las artesanías más importantes y más bellas de Zacatecas.
Incluso, hay una frase que dice que Zacatecas tiene “cara de piedra y corazón de plata”, ya que el estado en 2018 destacó como primer lugar a nivel nacional entre las entidades mineras que producen este metal.
Y no por nada, esta ciudad laberíntica es una joya declarada Patrimonio Cultural de la
Humanidad por la UNESCO.
8. El cielo al anochecer visto desde la Zona Arqueológica La Quemada es todo un espectáculo natural que no hay que perderse, por eso, el autor de esta carta manda a su amada una estrella.
La Quemada es un enigmático vestigio prehispánico lleno de secretos. No hay como recorrer sus veredas y sorprenderse ante los misterios que los viejos muros de piedra volcánica resguardan.
Así como perderse entre sus laberintos que se cree, son las ruinas de Chicomoztoc, el legendario Lugar de las siete cuevas que dio asilo a los mexicas en su travesía desde la mítica Aztlán, en busca de la tierra prometida.
9. Con un trocito de carbón nuestro autor nos trasporta al deleite que representa la gastronomía de Zacatecas.
La cocina zacatecana es producto de múltiples invenciones, con influencias indígenas y españolas.
Se acostumbra el consumo de carne de res en caldos, como el menudo y el pozole y la birria de borrego.
Son dignas de mencionar las gorditas de maíz rellenas de guisados, las enchiladas mineras o zacatecanas, el pan de trigo artesanal, el queso añejo y otros derivados de la leche como dulces típicos.
Las bebidas tradicionales son el aguamiel, el colonche de tuna, el tejuino, el agua cuaresmal, el licor de membrillo y el mezcal.
10. Sin duda una lamparita nos será de utilidad como lo comenta el autor de la carta al despedirse, para recorrer con detalle los intrincados y bellos callejones del centro de Zacatecas.
Esta ciudad, fundada en 1546, a partir del descubrimiento de sus minas, pero su riqueza jamás se terminó y continúa deslumbrando a propios y extraños con sus laberínticas calles.