Tampico-Miramar: Tragicomedia del repunte eterno
Acto I: “Ahora sí, va en serio”
Si algo caracteriza a la promoción turística en México es esa terquedad optimista del “ahora sí nos sale”. Y claro, Tampico-Miramar no es la excepción. Desde hace años escuchamos la misma cantaleta: “Ahora sí, 2025 será clave”. Así que la famosa marca Tampico-Miramar se puso su mejor traje de baño y salió a pescar turistas con más empeño que vendedor de camarones en Semana Santa.
Acto II: “Mucho ruido y pocas jaibas”
Los empresarios dicen que hay más promoción que nunca: anuncios en Monterrey, en San Luis Potosí y hasta en la CDMX, porque aseguran que los chilangos ya cambiaron el tráfico del Periférico por el playazo en Miramar. ¿Resultados? Bueno, Semana Santa estuvo tan llena que no cabía ni una jaiba más en la playa: más de 200 mil turistas en pocos días. Eso sí, llegando octubre, los hoteles más vacíos que bolsillo después de la quincena, con una ocupación anual de apenas el 52 %. Quedó claro: Tampico-Miramar depende más de Semana Santa y verano que un taquero del fin de semana.

Acto III: “Comparaciones odiosas, pero necesarias”
A la hora de compararse, Tampico siempre menciona a Veracruz. ¡Cómo no! Veracruz atrajo 12.5 millones de turistas en un año, mientras Tampico-Miramar presume cinco millones con todo y primos locales incluidos. Eso sí, ambos destinos comparten algo: el turista internacional es más raro que ver a un manatí en la Laguna del Carpintero.
Acto IV: “Infraestructura de película… pero independiente”
No se puede negar la inversión en infraestructura. Ahora la Laguna del Carpintero es un parque tan bonito que hasta los cocodrilos parecen modelos de Instagram, y Playa Miramar estrenó miradores panorámicos que prometen vistas dignas de postal… al menos en temporada alta, porque en temporada baja ni las gaviotas llegan.

Acto V: “La inseguridad: ese invitado incómodo”
Y claro, no podemos olvidar al fantasma de la inseguridad, esa presencia más incómoda que suegra en domingo. Aunque la situación ha mejorado, Tamaulipas todavía batalla con su reputación. Algunos turistas todavía preguntan: “¿Y sí es seguro ir?”, lo que obliga a los promotores a responder con más eslóganes optimistas que político en campaña.
Acto VI: “Mucho hashtag y poco cash”
Promoción no ha faltado: hashtags, eslóganes y videos con drones mostrando playas limpias, mariscos frescos y sonrisas ensayadas. Pero la realidad golpea cuando vemos la derrama económica: $2,700 millones de pesos dejó Miramar en 2024. Nada mal, pero todavía lejos del sueño regio-tampiqueño de volverse la Cancún del Golfo.
Acto Final: “¿Se repuntó o nomás se juntó?”
Finalmente, la reflexión obligada: Tampico-Miramar tiene todo para triunfar, pero parece vivir atrapado en su eterna tragicomedia de promociones optimistas y realidades regulares. Como dice el refrán popular: “Mucho ruido y pocas nueces”, o adaptado al caso: “Mucho hashtag y pocas jaibas vendidas”. Al final, Tampico-Miramar es ese destino que promete ser el futuro desde hace años, pero que cada temporada turística se queda en “ya merito”.

¿Será este 2025 el año del repunte? Pues como diría el clásico: “Hasta no ver, no creer”. Por lo pronto, queda claro que en la tragicomedia turística de Tampico-Miramar, la esperanza muere al último… pero muere en la playa, eso sí, con una cerveza en la mano y un platillo de jaibas rellenas.
