Veracruz: La fiesta del nepotismo y el dedazo
Carnaval de nepotismo turístico en Veracruz: una tragicomedia real
En Veracruz, tierra de sones, jarana y turismo a ritmo de improvisación, se escenifica desde hace años una tragicomedia digna del mejor teatro del absurdo. Secretarios de Turismo que llegan al cargo porque son parientes del gobernador, amigos entrañables o recomendados políticos, han transformado a esta secretaría en un auténtico carnaval donde sobran compadres y falta turismo real.

Primer acto: la secretaria y el árbol genealógico
Nuestra historia comienza con una secretaria cuya única experiencia turística era haber recorrido el estado… en vacaciones familiares. Apenas entró, convirtió la dependencia en un negocio familiar, colocando en la nómina estatal a media parentela. Durante tres largos años se dedicó a pasear por ferias internacionales, dejando el turismo veracruzano más estancado que el tráfico en día de carnaval.
Su mayor legado fue organizar una famosa cumbre en honor a la cultura totonaca. Prometió miles de turistas diarios, pero al final llegaron menos visitantes que a una junta de colonos un martes por la mañana. Tras semejante fracaso, fue discretamente invitada a renunciar por motivos tan “personales” como la incompetencia.
Segundo acto: el hermano del poder
Cuando pensábamos que nada podía empeorar, llegó el sucesor: el hermano de una funcionaria poderosa del gobierno estatal. Su mérito principal: compartir mesa familiar con el poder. Con más entusiasmo que estrategia, decidió que la solución para atraer turistas era organizar festivales masivos cada fin de semana, convirtiendo a Veracruz en un eterno baile de salsa y carnaval, pero sin plan real de promoción. ¿El resultado? Mucho ruido, selfies y fiestas, pero pocos turistas de largo plazo. Como bien dice el refrán popular: “Mucho arroz y poco pollo”.
Tercer acto: la secretaria de cuatro meses
En un giro aún más cómico, llegó una secretaria elegida por su amistad personalísima con la flamante nueva gobernadora. Una mujer famosa por ser madre de una actriz reconocida internacionalmente. La nueva titular entró con más glamour que planes de trabajo, durando en el cargo lo mismo que un raspado en playa durante Semana Santa. A los cuatro meses renunció, dejando en claro que su única aportación real fue aumentar temporalmente la popularidad del gobierno estatal en las revistas del corazón. Un nombramiento tan efímero que nadie recuerda exactamente qué hizo, aparte de pasearse por eventos oficiales.

Cuarto acto: turismo municipal, negocio familiar
Si lo estatal es tragicómico, en lo municipal es puro sainete. En algunas localidades, los puestos turísticos son herencia familiar directa. Directores municipales que colocan a hijos en módulos turísticos a los que solo acuden a cobrar quincenas; cuñados del alcalde encargados de organizar ferias que terminan más vacías que playa en tormenta tropical. En varios pueblos mágicos, las oficinas de turismo se han convertido en comedores familiares con nómina incluida. Como reza el dicho: “El que tiene padrino, se bautiza… y cobra sueldo municipal”.
Quinto acto: empresarios turísticos suplican seriedad
Ante semejante espectáculo de improvisación, empresarios hoteleros, restauranteros y culturales ya no saben si reír o llorar. Durante años han suplicado públicamente que los secretarios sepan de turismo al menos lo básico: qué es El Tajín, dónde está Coatepec o qué se come en Tlacotalpan. Pero sus ruegos caen en oídos sordos, porque aquí se aplica otro viejo refrán político: “Más vale compadre conocido que experto por conocer”.
Sexto acto (ejemplar): Orizaba, la excepción a la regla
En medio de tanta improvisación, hay excepciones que resaltan precisamente por no seguir la costumbre del dedazo turístico. Un municipio serrano veracruzano, famoso por su pico nevado y su centro histórico, demostró que, con trabajo serio y un alcalde con experiencia real en turismo, se puede cambiar el guion. Orizaba, que durante años fue conocido solo por su industria, hoy brilla con un teleférico, un zoológico urbano ejemplar y una promoción turística profesional, demostrando que no todo en Veracruz tiene que ser carnaval improvisado. Aquí no hubo cuñados en la nómina ni festivales fantasmas. Resultado: Orizaba se ha vuelto referente nacional de turismo bien hecho, ganando premios y recibiendo visitantes por montones. La prueba clara de que, cuando se quiere, se puede.
Epílogo: Veracruz, espejo nacional del nepotismo turístico
La tragicomedia veracruzana es síntoma de un mal nacional. De Sonora hasta Yucatán se repiten historias similares: secretarios turísticos designados por afinidades políticas o lazos familiares en lugar de experiencia profesional. Veracruz solo pone el ejemplo más pintoresco: una región llena de riqueza cultural, natural y gastronómica que merece ser gestionada por expertos, pero que termina en manos de familiares, amigos o personajes de la farándula política.
Por ahora, empresarios y turistas siguen esperando un verdadero cambio. Mientras tanto, aquí seguimos observando la función turística: riendo con ironía, tragándonos la decepción y esperando que algún día el turismo real sea más importante que los compadres del gobernador en turno. Porque, como dice otro sabio refrán popular: “No tiene la culpa el compadre, sino el que lo nombra secretario”.
Así seguimos en este carnaval turístico veracruzano, a ritmo de improvisación y nepotismo, deseando que llegue pronto un futuro menos tragicómico y más turístico.
