Turismo & Política
Acapulco, la última y nos renovamos
Ahora que viene la versión Live Action del Rey León, se recuerda el infalible ciclo de la vida de los destinos turísticos que nacen, crecen, se consolidan y mueren, eso si no antes les da por renovarse.
Como no recordar los tantos renacimientos que han dejado a Huatulco, bueno, cómo está Huatulco ahora, casi casi en las mismas.
O el crecimiento que tuvo Cancún al crearse Riviera Maya, el de Vallarta que, como bailó con Nayarit esa bonita balada de pechito con pechito y ombligo con ombligo.
Bajo esa premisa, se le ha ocurrido al secretario de Turismo de la Ciudad de México, Carlos Mackinlay, extender la oferta turística de la capital hacia una de las zonas más tradicionales de la capital, el oriente.
Un plan que quizá podría hacer de la Agrícola Oriental la próxima Condesa, con Los Ángeles Azules como embajadores de las campañas publicitarias.
Y en ese tenor es que también se han suscitado una serie de renovaciones en Acapulco, que van del tradicional, a la Zona Dorada y de ahí, a la actualmente de moda Punta Diamante, donde sigue ejecutándose un plan maestro de miles de millones de dólares.
Lo anterior confirma que no hay destino feo, sino empresarios o gobiernos pobres.
Y es que desde la división turística de Grupo Autofin, Mundo Imperial, se anuncia una inyección de 2,000 millones de pesos para impulsar al turismo de salud, cultural, deportivo y de entretenimiento en el puerto de Acapulco, como una prioridad.
¿Será que acercándose cada vez más al aeropuerto el próximo renacimiento del entrañable Acapulco se de en otro límite territorial? Quizá se junte con el de Huatulco o el de la capital.